El temor al dentista.

 

Cuesta creer los tremendos dolores muy reales que puede soportar una persona con tal de no acudir al dentista... ¡Por temor al dolor!

 

¿Tiene terror al dentista? ¿Tiembla de miedo al pensar en una consulta dental? ¿Cree que su pánico es irremediable? Si su respuesta es sí, sepa que hay dentistas comprensivos que pueden ayudarlo.

 

En repetidas ocasiones se ha preguntado ¿En qué condiciones estará la salud de mi boca? Conformándose con la típica respuesta: “si no me duele nada, seguramente estoy bien”. En realidad lo que sucede, es que buscamos una justificación para ese temor que existe en la mayoría de los personas hacia el odontólogo.

 

Esto no es ninguna casualidad, ese miedo inexplicable en ocasiones tiene su origen en las malas experiencias anteriores, las cuales el motivo por el  que se acudió fue más obligado que voluntario. Si recordamos, el dolor que nos aquejaba era imperante para buscar al dentista más cercano. Desgraciadamente al acudir, el primer pensamiento es “me va a doler” (poco comprensible ante las técnicas avanzadas de hoy en día) con esto, uno se predispone provocando un miedo excesivo, lo cual desencadenará un recuerdo traumático de nuestra visita al dentista. Imagínese que si esto sucede con un adulto, que pasará si el afectado es un niño.

 

Otras causas del miedo.

 

Hay varias razones por las que alguien puede sufrir  este temor. Pueden ser una o varias de las que siguen; no son las mismas para todos y deben ser consideradas por el dentista.

  • Experiencias muy desagradables en la niñez, con dentistas que curaban caries o extraían  muelas de leche sin anestesia.
  • El miedo a las infecciones, no dude en preguntar a su odontólogo la forma en que desinfecta y esteriliza  su instrumental y equipo, para su tranquilidad.
  • Relatos de gente que sufrió, porque nadie cuenta cuando le va bien, que son millones.
  • Chistes de la TV, del cine y del humor gráfico que atribuyen a los dentistas maldades peores que a Drácula.
  • Vergüenza (injustificada, claro) por el pésimo estado de su boca y temor a burlas o reproches por el descuido.
  • Sentirse atrapado en el sillón dental, como que no puede hacer nada para cambiar la situación y todo su cuerpo se rebela.
  • Todos los aparatos del consultorio odontológico.
  • Simplemente, temor a lo desconocido.

 

Superando el temor

 

La mejor manera de sobrellevar este miedo es hablarlo directamente con el dentista. Éste, una vez que conozca los temores de su paciente, debería hacer todo lo posible para trabajar para su bienestar.

Participar del proceso que lleve a cabo el profesional, preguntando sin temor qué es lo que está haciendo. Esto puede ayudar al paciente a prepararse para el siguiente paso del tratamiento.

Pactar una señal para que el dentista pare cuando uno se sienta incómodo o para tomar aire, esto puede ser también una buena alternativa.

 

Recuerde que como en cualquier aspecto de salud, la prevención es muy importante; no espere a que su boca le pida a gritos de una atención dental y siempre tenga en mente que con una visita regular al dentista mínimo dos veces al año, se puede evitar un recuerdo desagradable que lo acompañaría el resto de su vida.